jueves, junio 16, 2011

LOS AMORES LOCOS SON DIABÓLICOS




Aclaro: decirle loco a un amor, es redundante. Todos los amores son locos. Porque locura es amar a una persona más que a todas las demás del mundo, por creerla superior al resto. Parece también una inmensa estupidez. Lo es, pero ningún enamorado es estúpido.

Se pueden cometer estupideces; todo el mundo las comete. Es humano, por lo tanto inevitable. Todo lo humano es azaroso. Quizá porque lo quiere esa loca diosa que a lo mejor decide el destino de los humanos. O porque lo desean los dioses que crearon el sueño loco y diría también absurdo, que es para nosotros, eso que denominamos la vida. También puede ser porque como dicen los árabes, tenemos el destino atado al cuello.

Las locuras hechas por amor son sólo una obnubilación pasajera, producto de unas malditas hormonas sexuales, poseedoras de tanto poder, como para hacer posible continuar la vida. Aunque el proceso es por lo general demasiado doloroso.

El amor nos hace sufrir cuando somos amados, por el miedo a perder al objeto de nuestra devoción. Ni hablar de cuando perdemos a esa persona, de cualquiera de las infinitas maneras como la podemos perder.

Sufrimos cuando nos aman, porque tenemos miedo de que nos dejen de amar.

Cuando amamos y no nos amaron, ni nos van a amar, y somos

concientes de eso, eso es dolor inefable, infinito, aunque llegue a disfrazarse de resignación o indiferencia.

Con el amor se escribieron millones historias reales con sangre, y de ficción con tinta, de dolores absolutos, increíbles, pero en el fondo, reales.

Pese a esto, amar es la locura más maravillosa y mágica del Universo.

Y si locura grande es amar, muchísima mayor locura es no amar.

No incluyo en esto, a quienes persiguen con desesperación y obstinación digna de mejor causa, a quien no corresponde a su amor. Eso no es amor, sino tal vez apenas masoquismo, sumado a ceguera contumaz. En todos los amores, debió haber puesto su dedo un Dios llamado Satán, por eso afirmo que son también diabólicos. No me contradiga de entrada. Observe a su alrededor si tiene suficiente valor y paciencia. Analice todos los amores conocidos por usted, y júzguelos. Verá como quizá estos dos adjetivos, locos y diabólicos, no son exagerados, ni marcan tan sólo los amores que usted conoce. Le cabe esto a la enorme mayoría de los amores pasionales, por no decir a todos.

Un beso en Cilencio.
Juiceman II